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En una época tan alejada como el siglo guía
que mejorara constantemente el mundo de los seres vivos. Formuló una teoría según la que las plantas más simples habían sido creadas primero, luego las más complejas, los moluscos, los artrópodos y, finalmente, los vertebrados. Sin embargo, Aristóteles consideró cada grupo como una creación separada, no surgido a partir del anterior, por lo que su teoría no era verdaderamente evolucionista. Desde Aristóteles hasta el siglo
En 1735, el botánico sueco
El naturalista francés George Buffon (1707–1788), contemporáneo de Linné, observó que los fósiles encontrados en los estratos de rocas inferiores diferían de las especies actuales más que los encontrados en los estratos superiores, que eran fósiles más recientes. Buffon pensó que las formas de esas criaturas habían experimentado cambios como consecuencia directa de un cambio en el medio ambiente, en especial climático y del nivel del mar. En un determinado momento llegó a sugerir un origen común del hombre y los simios, pero se retractó inmediatamente de su teoría. En aquel momento era difícil reconciliar la teoría de la evolución con la visión de la ortodoxia cristiana, según la que los seres humanos están en un nivel superior al de los animales y Dios creó a todas las especies al mismo tiempo.
Erasmus Darwin (1731–1802) fue un médico inglés, inventor, poeta y naturalista. Aunque es más famoso por ser el abuelo de Darwin, es también recordado por sus largos poemas didácticos sobre la ciencia y la naturaleza. En el poema Zoonomia (1794–96) expuso su teoría de la evolución, declarando que todos los animales de sangre caliente habían surgido a partir de un único filamento vivo. Su teoría estaba inspirada en las observaciones de los cambios en la naturaleza, como la metamorfosis del renacuajo a la rana y las modificaciones que tenían lugar en las plantas cultivadas y los animales domesticados.
El naturalista francés Jean Baptiste Lamarck (1744–1829) fue un defensor de la teoría de la evolución más enérgico que sus predecesores. Él creía que los animales eran modificados por influencia del entorno y que estas modificaciones eran heredadas por sus descendientes. La causa principal de dichas transformaciones, según Lamark, era el uso o desuso de órganos concretos durante largos períodos de tiempo. Por ejemplo, según él, el hijo de un herrero heredará los musculosos brazos que su padre ha adquirido tras años de ardua labor.
Las teorías de Lamarck recibieron fuertes ataques en la época de su publicación, aunque fueron los prejuicios y no la ciencia los que provocaron dicha oposición. Cuando los últimos descubrimientos de Darwin despertaron el interés en la evolución, el lamarkismo experimentó un resurgimiento. La teoría fue rebatida cuando, a principios del siglo