Viajar desde la orilla misma del Ebro, en Zaragoza, hasta las primeras sierras del Pirineo aragonés permite recorrer una comarca histórica, las Cinco Villas, cuyo nombre se debe a cinco poblaciones que tenían jurisdicción especial en la Edad Media: Ejea de los Caballeros, Sádaba, Sos del Rey Católico, Tauste y Uncastillo eran los principales núcleos humanos de una región cuya riqueza venía del trigo. Cuando el trigo dejó de ser un buen medio de vida, la comarca se despobló, y no se revitalizó hasta la introducción del regadío y, con él, de nuevos cultivos, que todavía colorean el paisaje.
El recorrido parte de Zaragoza, la capital de Aragón, donde la basílica y la plaza del Pilar y la catedral de La Seo son focos de atracción turística permanente, sin olvidar los restos romanos (Museo Arqueológico) y los vestigios árabes (palacio de la Aljafería). Al salir de la ciudad hay que poner rumbo a Logroño y desviarse a la derecha en dirección a Tauste. La torre octogonal de ladrillo de su iglesia de Santa María es
obra de la población árabe que vivía en la ciudad. A la izquierda se extienden Las Bardenas, un impresionante paisaje semidesértico que se descubre en todo su esplendor desde la ermita de Nuestra Señora de Sancho Abarca (a 13 km).
La carretera asciende en dirección a Ejea de los Caballeros, una ciudad moderna y dinámica que guarda vestigios de tiempos pasados en la plaza Mayor y en las iglesias de Santa María y El Salvador. De nuevo en ruta, no tarda en divisarse en lontananza el imponente castillo de Sádaba, que protege el abigarrado núcleo monumental de la ciudad. Las ruinas de una vieja fortaleza dominan también el pintoresco conjunto de Uncastillo, situado ya al pie del Pirineo, al igual que Sos del Rey Católico, la patria chica de Fernando de Aragón.