Burgos es una de las puertas de entrada a Castilla para los viajeros que llegan a la meseta desde el noreste peninsular. La ciudad proporciona un primer contacto sumamente ilustrativo con el tipo de ciudad monumental característico de esta parte de España. Cuenta con una de las catedrales góticas más bellas del mundo y con dos monasterios: la cartuja de Miraflores, donde está enterrado el rey Juan II y su esposa Isabel de Portugal, y el monasterio de las Huelgas Reales, que encierra un interesante museo de indumentaria antigua. En las inmediaciones de la ciudad, la cueva de Atapuerca ha proporcionado los mejores hallazgos sobre los pobladores más antiguos de la península Ibérica.
El primer núcleo urbano importante al sur de Burgos es Lerma, cuyo magnífico conjunto monumental lo mandó construir el poderoso valido de Felipe III, el duque de Lerma.
Hacia el este se extiende una región tranquila y de hermosos paisajes, que gustará sobre todo a los amantes de lo sencillo. Las pequeñas localidades de la zona cuentan a menudo con edificios sorprendentes. Covarrubias, por ejemplo, además de una atractiva plaza Mayor, alberga una colegiata que, bajo sobria apariencia, esconde ricos tesoros artísticos. En las afueras del pueblo se puede recorrer a pie por un sendero el impresionante desfiladero de la Yecla. A pocos kilómetros, Santo Domingo de Silos atrae a un número cada vez mayor de visitantes, que enmudecen al escuchar el canto gregoriano de los monjes y al contemplar los imaginativos capiteles de su claustro de grandes dimensiones.