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1997-02-13
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95 lines
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Boletín de El Libro de Arena
Tema: Crítica sobre Ciencia Ficción
Puesto o actualizado el 6 de enero de 1990.
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CRITICA DE : NEUROMANTIC (Neuromancer; 1984), de William Gibson
Edicions Pleniluni, Col. 2001 Ciència Ficció nº 17. Alella 1988
Traducción de Joan Foncuberta. 294 páginas.
La aparición en traducción catalana del "Neuromancer" de William
Gibson, junto con el anuncio de que Minotauro la publicará en caste-
llano antes de veinte años, es motivo de que nos detengamos a examinar
esta comentada novela del afamado y reciente William Gibson, padre o
padastro del movimiento ciberpunquero.
Una primera reflexión tras su lectura es que estamos ante una nueva
forma de la llamada "Ciencia Ficción Dura", lo que puede ser el "hard"
de los años ochenta y noventa. Es evidente que la implantación en la
vida cotidiana del ordenador, los procesadores, las computadoras,
tanto a nivel doméstico como de trabajo o estudios (o simple entrete-
nimiento), va a modificar la vida de ficción, la literatura y, logica-
mente, la Ciencia Ficción. La vida artificial, los ordenadores y las
supercomputadoras han estado siempre presentes en el genero, desde
bien antiguo, los relatos "Multivac" de Asimov, la famosa 2001 de
Clarke, las menos famosas "Computer Connection" de Bester y "When
Harlie was One", de David Gerrold (por cierto, esta última remozada y
puesta al día por su autor para una reciente reedición), o la hace
poco publicada "Destino: El vacio", del plomizo Frank Herbert. Sin
embargo, era evidente que la revolución cibernética obligaría a ir al
género más allá. El más allá puede situarse como punto de partida en y
con NEUROMANCER, creadora de una forma y un estilo rápidamente adop-
tado por multitud de escritores que han empezado a producir sus
"neuromancers" particulares. Evidentemente, no todo el ciberpunquismo
sigue las coordenadas de la obra de Gibson, pero sí en un elevado
tanto por ciento. Estamos, pues, ante una nueva forma de Ciencia
Ficción basada en el orden, en el que los personajes pueden conec-
tarse en ordenadores, vivir dentro del espacio creado por estas
máquinas y en donde el mundo real tiene los visos del decorado de
BLADE RUNNER. Esa es la fórmula ciberpunk. Podría también discutirse
si en realidad es ciencia ficción dura o, a mí así me lo parece
también, una variante del Space Opera, donde el "space" es el mundo
interior del ordenador y los astronautas han sido sustituídos por
programadores de software.
La novedad, claro, atrae. pero en este caso la novedad ha sido
jubilosamente abrazada al igual por escritores, lectores y críticos.
Unos y otros se han lanzado a escribir, devorar y alabar este nuevo
(?) género. Género que, por sus limitaciones, resulta tan variado como
el género de espadas y brujería. La fórmula para confeccionar una
novela ciberpunk es muy simple; esbócese un mundo a lo BLADE RUNNER,
ambiéntese con una trama a lo Raymond Chandler, colóquesele mucha
tecnología de ordenador, mucho hardware y mucho software, y se tendrá
la perfecta novela cioberpunkera. Como puede verse, la fórmula es más
que limitada; jugar con únicamente tres elementos. Si tomamos pues, el
ciberpunk como un género más dentro de la Ciencia Ficción, bien está.
Pero de ahí a creer que todo el futuro del género pasa forzosa e
inevitablemente por el ciberpunquismo, media una abismo. Y ese es el
error cometido por casi todo el mundo. Con el ciberpunquismo pasa
igual que con el Espadas y Brujería; leídas tres novelas, leídas
todas. Quien gusta de ese sugénero, disfruta con él, pero sus inquie-
tudes literarias son, por decirlo suavemente, algo limitadas.
NEUROMANCER es, pues ejemplo, modelo y paradigma perfecto y con-
creto de ese nuevo subgénero. Crea un mundo, un lenguaje, una forma de
escribir Ciencia Ficción, pero que, como ya se pudo comprobar con su
relato QUEMANDO A CROMO (Cuasar nº11), resulta altamente limitado y
repetitivo. Bien para una o dos veces, mal para cien o doscientas.
Como novela en sí, NEUROMANCER resulta, simplemente una buena novela,
si bien, eso es claro, excesivamente sobrecargada de parafernalia
efectista y, especialmente en su segunda mitad, claramente embrollada.
Gibson parece un escritor dotado para empresas mejores, pues su hacer
literario es bastante correcto y su creación de personajes resulta muy
notable en esta novela. No es por tanto contra él contra quien han de
lanzarse las piedras al tejado ciberpunquero, sino contra la ola de
imitadores que han surgido y de obras mediocres, baratas y desinspira-
das, auspiciadas en alas de la novedad y que acabarán barridas como
toda novedad dentro de unos años, cuando otra nueva fórmula haya sido
experimentada. Si es tan forzoso, como algunos se empeñan en ver, el
enfrentamiento entre los "humanistas" y los "ciberpunqueros", está
claro que el saldo es altamente favorable a los primeros, y también
está claro que algunos se apresuran a etiquetar a muchos como ciber-
punqueros, cuando nada de ello tienen. Bah, pero eso son discusiones
tontas, como las que surgieron cuando la New Wave (¿alguien se acuerda
de lo que era la New Wave? ¿Alguien escribe New Wave hoy en día?) y
que hoy están tan anquilosadas como lo de si tirios o troyanos.
Recojamos, pues, lo que de bueno tiene el ciberpunquismo, y prescin-
damos de la basura que con ella se disfrace. Al fin y al cabo, cuantos
leemos Ciencia Ficción ya sabemos lo relativo de eso de las eti-
quetas...
Juan Carlos Planells, para Fanzine Transito nº17, Otoño 1989.
Fin del boletín, gracias por leerlo.