Introducci≤n Platos tradicionales Vinos Tapas  
Tiétar
Toda la parte central de la sierra de Gredos, en Ávila, incluida la cabecera del valle del Tiétar y la parte alta, cerca de Arenas de San Pedro, es una región de pastos secos, de gran tradición ganadera y quesera de leche de cabra. Antiguamente, cuando a la cabra se la conocía como la «vaca del pobre», esta zona era de tránsito para las boyadas trashumantes ovinas y se convertía en lugar de descanso y pastoreo para los rebaños trasterminantes de cabras de las comarcas nororientales de Cáceres.
Modernamente se ha instalado una pequeña quesería artesanal que, recogiendo la tradición quesera del valle, elabora un queso de pasta prensada y corteza ligeramente enmohecida que, con el tiempo, será el que el público reconocerá como queso del Tiétar, tal vez más que a su antecesor artesanal.
Significaciones únicas
El queso artesanal del Tiétar es un queso fresco o madurado, entre tierno y semicurado, elaborado con leche de cabra. Es extragraso, de coagulación enzimática y de pasta blanda pero compacta. Se presenta en forma cilíndrica, con los bordes redondeados o vivos. En cuanto al tamaño, es pequeño, y pesa como mucho alrededor de un kilo.
Es posible que recuerde al queso de Los Ibores. También, por su moderna elaboración, que se asemeje mucho al queso de La Garrotxa.
El queso del Tiétar es de corteza blanca en el caso de los frescos y ligeramente amarillenta y remelosa en los oreados. El interior es compacto pero de pasta semiabierta y algo elástica y gomosa. De sabor franco, acídulo, mantecoso y muy agradable al paladar.
Actualmente este queso ha cambiado algunas características organolépticas debido a la modernización de su elaboración y a un período de maduración más largo. Tiene una corteza cerrada y ligeramente enmohecida, de color azul grisáceo. La pasta tiene unas características similares al tradicional, pero el sabor es más desarrollado, con un fondo láctico y regusto a frutos secos y a bodega cerrada.
 
Las tierras de la provincia de Ávila conservan el esplendor que le dieron los antiguos hidalgos y nobles. Prueba de ello son los magníficos castillos abulenses. Los pueblos del Tiétar son conocidos por su alfarería, sus fiestas y sus ferias, entre las cuales destaca la del queso.
Consejos
El queso del Tiétar tierno es uno de aquellos quesos que se debe cortar con un cuchillo largo de hoja fina, que debe humedecerse con un paño de agua caliente antes de cada corte, a fin de que salga limpio. Para su mejor conservación, se aconseja que, una vez empezada la pieza, se la envuelva en un papel elástico transparente y se la introduzca en un recipiente lleno de agua fría, destinado al frigorífico, a una temperatura de ocho grados centígrados. Con esta operación, puede durar entre siete y ocho días, si se compra una pieza entera.
Si se tiene predilección por los platos ligeros, nada mejor que hervir unas judías verdes finas, acompañarlas con queso del Tiétar cortado finamente (en trozos de forma y volumen parecido al de las judías), y en una proporción de un treinta por ciento de queso y el resto de judía. Se aliña con un generoso chorro de aceite de oliva extravirgen y un toque de hierbas aromáticas al gusto (tomillo, orégano, albahaca o estragón) y se sirve frío. Un plato delicioso, gustoso, sabroso y aromático.

El maridaje
Es muy fácil que un determinado alimento estropee un vino, pero resulta difícil que un vino estropee un alimento, y menos aún si éste es un queso de cabra. Según su familia y grado de curación, los mejores blancos secos, pasados ligeramente por barrica, o los vinos tintos jóvenes frescos deben ser las bases para una perfecta combinación con estos quesos del Tiétar, marcados por la personalidad costumbrista y tradicional quesera.
Es imposible cuestionar la perfecta relación que entablan el mató (requesón) catalán o el queso de Burgos con la mejor miel del campo; o la de los quesos de oveja con el dulce membrillo; o la de los quesos azules con las jaleas de manzana y las mermeladas de melocotón o albaricoque. Del mismo modo, no se podrá dudar, tampoco, del ensamblaje entre este queso de cabra del Tiétar con el aliño de un buen «golpe» de aceite puro extravirgen y un pan de masa dulzona, ligeramente abizcochada o la hogaza típica borona gallega. Un queso bien untado y bien maridado es una muda recomendación para el placer.