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Binissalem | Pla i Llevant
Pla i Llevant
Pla i Llevant engloba unos dos tercios del viñedo total mallorquín. Se ubica en la parte oriental de la isla y corresponde, más o menos, a lo que hasta hace poco se conocía como zona vinícola de Felanitx. Desde la aprobación de su reglamento hay una búsqueda de las raíces que se está traduciendo en unos vinos cada vez mejores y más personales, entre los que destacan los elaborados a partir de la casta local callet, con o sin el complemento de variedades mejorantes. Cabe citar el Ánima Negra, y también los de la bodega de Miquel Oliver, clásica de la zona y una de las impulsoras de su reconocimiento. Además de los tintos de variedades autóctonas, hay notables blancos elaborados con uva moscatel, localmente llamada muscat. Y, entre las castas internacionales, hay que mencionar los buenos resultados que está dando la blanca chardonnay.
 
Una joven y dinámica denominación mallorquina, la segunda de la isla y la que cuenta con mayor superficie de viñedo.
Situación Geográfica y extensión: 260 hectáreas en la isla de Mallorca (Baleares).
Algunos términos municipales incluidos: Felanitx, Artá, Llucmajor, Petra, Manacor.
Consejo Regulador: Duzay, 3. 07270 Porreres (Mallorca). Fundado en 1999.
Variedades de uva: Blancas: prensal blanc, chardonnay, moscatel, parellada y macabeo. Tintas: manto negro, fogoneu, callet, cabernet sauvignon, merlot, syrah y tempranillo.
¿A QUÉ SABE UN PLA I LLEVANT?
Los tintos de variedades autóctonas, como callet, manto negro y fogoneu, tienen un color medio y unos rasgos de personalidad acusados. Son vinos de boca suave y amable, aunque pueden mostrar buena concentración y mucho carácter, con ecos de terruño, hierbas mediterráneas, frutas negras y rojas en confitura –como la grosella– y especias.
Los blancos de muscat resultan ligeros, secos y perfumados, con recuerdos a uva fresca y flores blancas. Los chardonnay son vinos grasos y estructurados con poder en boca y frescura, aroma a frutas maduras como el mango y el melón y recuerdos a avellana tostada y mantequilla.
MARIDAJE
Los blancos, que combinan su origen isleño con la vocación cosmopolita, parecen hechos para acompañar ensaladas creativas, cócteles de mariscos, tartar de pescados, brochetas marineras, caldereta de langosta y otros platos de regusto turístico costero. Por su parte, los tintos, con su corpulencia y regusto mineral, se adaptan espléndidamente a las recetas baleares más contundentes (sobrasada, riñones en cazuela, caracoles con cangrejo, conejo con cebollas), así como a platos de caza, risotto con setas y faisán, cordero en costra de hierbas o los ricos quesos locales de Mallorca y Mahón.